Es difícil para mi decir como ocurrió. Pero lo cierto es que es real, tan real como que ahora estoy junto a ti. Por lo demás no trato de explicarlo ni convencerte, da igual que me creas. Los hechos son claros, aparecen diáfanos, y por evidentes no necesitan explicación.
Mi alma, atormentada por la indiferencia, aposentada como estaba en todo mi ser, vagaba eternamente por aquel salón tan frío que es el del tiempo perdido. Castigo cruel, contra el que en ocasiones trataba de rebelarme, al que nunca logre acostumbrarme y del que era imposible escapar. Castigo por una vida, según me fue dicho, dedicada a la ensoñación, a la abandonada contemplación, a la satisfacción de mis placeres ocultos. Eran largos los días, entregado como estaba a la angustia de sentirme diferente, observando todo desde las alturas, incapaz de comprender los ocultos mecanismos de la vida. Fue así invadiéndome un tibio vacío, ingrávida somnolencia que nublaba la vista, petrificado ya el corazón, y me conducía inerme, a ratos espantado pero sin un resto de voluntad, hacia un negro torbellino. No quedaba en mi ánimo pizca de vitalidad, cuando apareciste, y sin saberlo me rescataste.
Javier.U
No hay comentarios:
Publicar un comentario