( 2ÂȘ parte del artĂculo: Gabriele MĂșnter y el jinete azul/I)
MURNAU – ENCUENTRO DEL ESTILO PROPIO ARTISTICO
En el verano de 1908 Kandinsky y MĂŒnter se reunieron en Murnau con Marianne von Werefkin y Alexander von Jewlensky y fue allĂ, en la zona alpina de Baviera, donde MĂŒnter en el ambiente estimulante del cuarteto de amigos y en intercambio directo con Jewlinsky, encontrĂł, finalmente y en poco tiempo, la manera de pintar en consonancia con su carĂĄcter y modo de ser. El cambio radical de estilo se basĂł en su talento enorme de poner toda la fuerza expresiva en la lĂnea. La condiciĂłn previa para este cambio abrupto de trabajar estaba en abandonar la pintura pastosa y rĂĄpida con espĂĄtula y aplicar el color en finas capas con pincel seco. Jawlensky animĂł a MĂŒnter a separar las distintas zonas de color con lĂneas negras de contorno que producĂan relaciones accidentales de espacio y, al mismo tiempo, creaban un esqueleto dibujĂstico en la construcciĂłn de la imagen.
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"Zuhören(escuchando)-Retrato de Alexander von Jewlinsky Oleo sobre cartón. 49,7 x 66,2 cm StÀdtische Galerie im Lebachhaus, Munich |
MĂŒnter mantuvo este estilo de cloisonnĂ© prĂĄcticamente toda su vida ya que confirmaba su seguridad innata en las proporciones lineares y las decisiones tajantes de color. “Quien mira con atenciĂłn mis cuadros, encuentra en ellos al dibujante. A pesar del estallido de color existe un andamio fijo de dibujo. En la mayorĂa de los casos dibujo mis cuadros con pincel negro sobre cartĂłn o lienzo antes de meterme con el color. Todo nace, generalmente, de un pequeño estudio a lĂĄpiz que he hecho bajo la impresiĂłn transmitida por el motivo”.
En el verano del año siguiente, MĂŒnter encontrĂł en Murnau una casa situada fuera del casco del pueblo. La comprĂł para pasar ahĂ los veranos con Kandinsky e instalar su estudio de verano y donde, a partir del año 1930, viviĂł permanentemente hasta su muerte en 1962.
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Murmau, Casa 33A-llamada casa del Ruso Dibujo a la aguada 1931.14,9 x 21 cm FundaciĂłn Gabriele MĂșnter y Johannes Eichner |
TIEMPOS DE CRISIS (1911-1914)
Las primeras exposiciones de las nuevas tendencias en Munich terminaron en un fracaso total. La burguesĂa y los crĂticos muniqueses no estaban preparados para ver algo mĂĄs que una tomadura de pelo, una diversiĂłn de carnaval de los artistas en las obras expuestas.
El año 1912, con la apariciĂłn del almanaque “El Jinete Azul”, trajo el cambio. MĂŒnter se sintiĂł liberada de su trabajo agotador de secretaria de redacciĂłn y “chica para todo”que nadie le reconocĂa, y que sĂłlo le habĂan traĂdo problemas con los amigos. Sus obras mostradas en las dos exposiciones del “Jinete Azul” le trajeron
primeros Ă©xitos. En enero de 1913 tuvo su primera exposiciĂłn individual en la Sturm-Galerie de Berlin y gracias a la iniciativa del galerista Herbert Walden siguieron exposiciones individuales en Frankfurt, Dresden, Stuttgart y Copenhague. Al mismo tiempo participĂł en una docena de exposiciones colectivas de obra grĂĄfica entre Hamburgo, ZĂŒrich y Budapest. Pero su mayor ilusiĂłn fue la exposiciĂłn en Munich de abril 1913 en la que presentĂł 67 obras.
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Paisaje con muro blanco1910 Oleo sobre carton Kart Ernst Ost-Haus, Hagen |
Desde luego, no todo fueron crĂticas favorables. Cuando el galerista Herbert Walden siguiendo el ejemplo parisino del Salon d´Automne organizĂł en 1913 el Primer SalĂłn de Otoño AlemĂĄn en Berlin, donde MĂŒnter participĂł con seis cuadros, la prensa la acusĂł de “radicalismo exagerado de lo eternamente femenino”.
ESTANCIA EN ESCANDINAVIA Y SEPARACIĂN
El comienzo de la Primera Guerra Mundial rompiĂł todos los planes de MĂŒnter. Ella, bajo las influencias de la historia de sus padres, odiaba la guerra, con sus separaciones y. la muerte de tantos jĂłvenes. Los hombres de su cĂrculo pensaron que esta guerra podrĂa traer una gran limpieza espiritual y hacer mĂĄs accesibles los ideales culturales expuestos en el Jinete Azul.
Kandinsky como tantos extranjeros tuvo que abandonar Alemania y decidiĂł volver a Rusia. MĂŒnter quedĂł encargada de disolver la vivienda comĂșn de ambos y de encontrarse con Ă©l en uno de los paises neutrales de Escandinavia. A pesar de los problemas, y la frialdad de los Ășltimos años, MĂŒnter no tuvo ninguna duda de que Kandinsky se reunirĂa con ella en cuanto le fuera posible salir de Rusia, ya que desde el momento de su separaciĂłn en Suiza habĂa aprovechado la mĂnima oportunidad de comunicarle sus vivencias e impresiones. Pero, una vez en MoscĂș, la situaciĂłn cambiĂł. En sus cartas hablaba cada vez mĂĄs de una separaciĂłn necesaria, usaba disculpas y pretextos para aplazar el reencuentro, pero siguiĂł prometiĂ©ndole matrimonio en un mĂĄs adelante, en un futuro.
MĂŒnter se trasladĂł a Estocolmo donde se integrĂł en el ambiente artĂstico sueco, re-encontrĂł viejos amigos y compañeros de estudio en Munich y donde su pintura recibiĂł el reconocimiento y alabanza de la crĂtica . Sus exposiciones obtuvieron gran Ă©xito en la prensa, tanto en Estocolmo, como Copenhague y Berlin y cada vez su obra tuvo mĂĄs peso propio, llegando a ofrecerle dar clases de pintura en Berlin junto a Campendonck y Kokoschka.
El Ășltimo encuentro con Kandinsky tuvo lugar en Estocolmo en diciembre de 1915 ya que MĂŒnter habĂa logrado concertar una exposiciĂłn individual de Kandinsky, en la galerĂa Gummeson, para la que se exigĂa su presencia.Con el fin de asegurar la repercusiĂłn en la prensa, el Ă©xito con el pĂșblico y en las posibles ventas, que a Kandinsky le hacĂan mucha falta. En Marzo de 1916 Kandinsky se volviĂł a MoscĂș prometiendo venir de nuevo en otoño y hasta entonces procurar los papeles necesarios para poderse casar, las cuales fueron , como tantas veces antes, promesas vacĂas.
ATADURAS SIN SALIDA – PĂRDIDA DE LA FUERZA PICTĂRICA
En el aspecto artĂstico, los años en Suecia y Dinamarca confirmaron a MĂŒnter como una pintora de lenguaje propio, personal e inconfundible, bien tratada por la crĂtica, que resaltaba su sentido del color, la construcciĂłn linear de sus cuadros y la profunda quietud que emanaba de ellos. Pero en lo personal se sintiĂł cada vez mĂĄs dĂ©bil, con falta de ĂĄnimo y sin fuerza para trabajar y se hundiĂł poco a poco en un estado depresivo del cual saliĂł sĂłlo años despuĂ©s.
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Dos lectores.Dibujo lĂĄpiz 10 x 16 cm FundaciĂłn Gabriele MĂŒnter y Joahannes Eichner.Munich |
Existe la opiniĂłn bastante generalizada de que MĂŒnter, en los años 20, se concentrĂł en el dibujo, lo cual no responde a la realidad. Ella misma ayudĂł a formar esta idea al hablar de un decenio poco fructĂfero para su pintura., lo cual se referĂa a la calidad y no a la cantidad de su obra pictĂłrica. Tuvo la impresiĂłn de haber perdido la conexiĂłn con los nuevos movimientos artĂsticos de Alemania. A la vuelta de Copenhague se encontrĂł con las primeras exposiciones del dadaĂsmo, con artistas como Max Ernst, Hans Arp y Georg Grosz pero las tendencias anĂĄrquicas de los dadaĂstas, el destrozar las formas orgĂĄnicamente crecidas y su arreglo casual en montajes materiales le resultaban extraños y no asimilables para ella. MĂĄs apropiado a su talento le pareciĂł, a primera vista, el nuevo realismo, con su revalorizaciĂłn del objeto, pero tuvo que constatar que la exactitud fotogrĂĄfica y la realidad intelectualmente construida no correspondĂan en absoluto a su modo de ver y trabajar, que las obras suyas, penosamente construidas, estaban muy por debajo de sus trabajos del año 1915.
Le resultĂł difĂcil concertar nuevas exposiciones o lograr encargos de retratos, y al depender de los ingresos por ventas de su obra fueron años bastante difĂciles.
EL AMIGO – JOHANNES EICHNER
En 1928 conociĂł a Johannes Eichner, filĂłlogo e historiador de arte, con quien compartirĂa la vida durante los siguientes treinta años hasta la muerte Eichner en 1958.
Resulta asombroso esta larga convivencia de dos seres tan opuestos en su modo de ser y actuar. Eichner era retraĂdo hacia los demĂĄs, mantenĂa la distancia hacia y vivĂa segĂșn la regla de que las relaciones humanas se complican y dificultan, si se sabe demasiado del otro. Explicarse y confesar sus angustias le parecĂan exhibicionismo espiritual ,y estados psicopĂĄticos. MĂŒnter que siempre tuvo que declarar abiertamente sus estados de angustia, y asĂ era en las pĂĄginas de su diario, admiraba en este hombre su reserva y fuerza de vivir en soledad. Y fue ella la que se esforzaba de ganar su confianza y amistad, la que se subordinĂł a sus mandatos y requerimientos ante el miedo de poder quedarse otra vez sola.
El gran merito de Johannes Eichner en estos primeros años fue que instaba a MĂŒnter continuamente a que trabajara, a que su gran talento y su naturaleza de artista no se dejaran vencer por trabas interiores, que tenĂa que superar el punto muerto, que no encontrarĂa la felicidad sin poner toda su alma y fuerza en el empeño de recuperar la actividad e inspiraciĂłn El problema surgĂa de los ideales estĂ©ticos que Ă©l querĂa imbuir a MĂŒnter y que estaban basados en el renacimiento y su arte de la perspectiva, su visiĂłn idealizada de la antigĂŒedad clĂĄsica, la figura bella, el ambiente ilusorio del espacio y, al mismo tiempo, demandaba al artista que tuviera consideraciĂłn con el comprador que buscaba un cuadro para su cuarto de estar y que exigĂa con razĂłn una pintura que era copia de la realidad. Kandinsky habĂa protegido su talento nato y no le habĂa superpuesto nada extraño. Eichner se considerĂł su consejero artĂstico y usĂł toda su energĂa para dictar las reglas de su pintura. MĂŒnter sintiĂł mucho respeto por el profesor e historiador de arte, e hizo caso a sus indicaciones estilĂsticas y de contenido, con el resultado de que se sentĂa mĂĄs y mĂĄs insegura.
Para escapar a esta situaciĂłn y con la esperanza de poder recuperar su creatividad y fuerza artĂstica, en octubre de 1929 MĂŒnter se trasladĂł a Paris y al sumergirse nuevamente en el ambiente artĂstico y cultural parisino volvieron las ganas de trabajar y de transformar la naturaleza en arte apartando los detalles superficiales, que sĂłlo estorbaban en la visiĂłn sintĂ©tica de lo que ella querĂa transmitir. La gran exposiciĂłn de CĂ©sanne de 1930 la emocionĂł profundamente e influyĂł en su estilo. Para pintar MĂŒnter necesitaba emociĂłn y sobrecogimiento y esto no dependĂa de la belleza y lo idĂlico de un paisaje, la composiciĂłn harmoniosa de un bodegĂłn o a elegancia y distinciĂłn del retratado, lo encontraba en motivos que hacĂan posibles una construcciĂłn linear, que por ello tenĂan un aspecto no terminado y que sĂłlo mediante su afĂĄn creativo llegaban a la perfecciĂłn de la imagen..
En septiembre de 1930 MĂŒnter viajĂł a la Costa Azul y quedĂł extasiada ante la fuerza de la luz y de los colores. En un autĂ©ntico delirio pictĂłrico, reviviĂł el nacimiento de la pintura moderna 25 años atrĂĄs, cuando los fauces descubrieron la calidad de luz de los colores y plasmaron esta fuerza luminosa inherente a los colores en sus lienzos sin usar otras fuerzas adicionales de luz. En 1904/05, en St.TropĂ©z, Matisse, Bonnard, Camoin, Marquet y Manguin habĂan experimentado con esta luz de los colores que no necesitaban ninguna fuente de iluminaciĂłn exterior. Y al año siguiente en Collioure, Matisse y Derain habĂan logrado el descubrimiento fundamental para el expresionismo, cĂłmo en el mismo color podĂa expresarse el ambiente – claro/oscuro, el clima, la estaciĂłn del año. Ante este paisaje cuyos colores brillaban con la misma intensidad de cerca como de lejos, MĂŒnter se reencontrĂł con su capacidad propia y personal de plasmar con el color en una pintura de formas claras y amplios planos lo caracterĂstico del paisaje. Al exponer estos cuadros en noviembre de 1930 en una galerĂa en Berlin, la crĂtica se mostrĂł entusiasmada. El intento de doma por parte de Eichner habĂa fracasado.
RESISTENCIA E INTENTO DE ADAPTACIĂN DURANTE EL NAZISMO
En abril de 1931 MĂŒnter volviĂł a su casa en Murnau donde cada vez se amontonaban mĂĄs los cuadros. Eichner seguĂa en Berlin.
Para meter nuevamente un pie en el mundo artĂstico de Munich, MĂŒnter decidiĂł presentarse en la Gran ExposiciĂłn de Arte de Munich de la Nueva SecesiĂłn. En la selecciĂłn de las obras le ayudaron el historiador de arte Franz Roth y Kurt Schwitters que la dejĂł desconcertada cuando la aconsejĂł cultivar lino en lugar de pintar ya que esto serĂa mĂĄs provechoso en los tiempos venideros. Sin embargo, de los cuadros que presentĂł en mayo de 1932, el jurado eligiĂł sĂłlo uno. No cabĂa ninguna duda de que MĂŒnter estaba en lo artĂstico fuera de las corrientes de aquel momento.
En noviembre de 1932 la Nueva AsociaciĂłn ArtĂstica de Munich lanzĂł el proyecto de organizar una exposiciĂłn conmemorativa en mayo de 1934, donde cada antiguo miembro podrĂa presentar hasta 12 obras y ademĂĄs, en una exposiciĂłn paralela, su obra grĂĄfica, lo cual entusiasmĂł a todos los artistas implicados. Sin embargo, muy pronto se anulĂł la convocatoria. “El gran movimiento nacional no favorece en este momento una gran exposiciĂłn internacional de arte. Los museos que han tenido que descolgar sus cuadros de nuestros antiguos miembros, no estarĂĄn dispuestos a cedernos estas obras para una exposiciĂłn conmemorativa.”
El movimiento nazi y su concepto de arte estaban en pleno auge. En Weimar habĂan sido despedidos todos los profesores que en su estilo manifestaban todavĂa su conexiĂłn con las ideas de la Bauhaus. En el museo se habĂan descolgado todos los cuadros de arte “decadente”, entre ellos obras de Kandinsky, Klee, Kokoschka, Marc, Nolde, Feininger y Dix. Se pretendĂa terminar con “la idealizaciĂłn de engendros judio-bolcheviques” y fomentar “el renacimiento de una cultura popular nacional”. Se despedirĂa a los directores de museos que por su polĂtica de adquisiciĂłn de arte moderno se habĂan hecho sospechosos en los años de la repĂșblica de Weimar. Aumentaron los gritos contra las “mamarrachadas” de Kokoschka, los “garabatos necios” de Klee, los “ humanos inferiores “ y sus denuncias de Kollwitz, Zille y Barlach, el “nihilismo Ă©tico” y la “falta de heroĂsmo” de Dix, Hofer y Grosz. Las opiniones de los encargados nazi de cultura se hacĂan doctrina, ya no se podĂa opinar en contra. Se cerrĂł la Bauhaus en Dessau, Kandinsky se mudĂł a Francia. En la “purga” de las academias de arte los antiguos compañeros del Jinete Azul , Klee y Campendonck, estaban entre los primeros que perdieron su puesto en la enseñanza. Empezaron por toda Alemania las exposiciones de “arte degenerado” que, en cierta medida, tenĂan que tapar la falta de una clara lĂnea en el ideal de arte nazi mediante la difamaciĂłn de lo existente.
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Casas en la nieve.1933 Kunsthalle Bielefeld |
Con mucho esfuerzo Eichner habĂa logrado organizar una exposiciĂłn itinerante para MĂŒnter bajo el tĂtulo “50 cuadros de 25 años – de 1908 a 1933” que empezarĂa en Bremen para despuĂ©s seguir por varias ciudades alemanas. Eichner lo habĂa preparado todo meticulosamente. En sus notas de prensa se habĂa esforzado en señalar la temĂĄtica sencilla y la cercanĂa popular en la obra de MĂŒnter. Alababa el carĂĄcter sencillo de sus cuadros, semejante al arte popular que parecĂa torpe pero expresaba, sin embargo lo esencial. HabĂa diseñado la imagen de una pintora que en su oposiciĂłn al impresionismo habĂa llegado a un estilo amable, ligeramente anticuado, simple, verdadero, sencillo u autĂ©nticamente alemĂĄn. Lo demĂĄs dependĂa de los crĂticos y su memoria, si conectaban este retrato descafeinado con la pintora perteneciente al Jinete Azul y la Sturm-Galerie. Tuvo que capear varios vendavales pero cuando el periĂłdico nazi de Stuttgart declarĂł que la artista estaba ejemplarmente adelantada a su tiempo, que ella habĂa abierto el camino hacia el conocimiento y la valoraciĂłn del arte popular tan apreciado en la actualidad, sintiĂł que finalmente la habĂa sacado de las referencias peligrosas a su pasado artĂstico.
Ante los ataques a artistas e intelectuales, la quema de libros y la difamaciĂłn del arte moderno, MĂŒnter jugĂł con la idea de emigrar al extranjero de habla alemana pero tuvo que convencerse por los argumentos de Eichner que esto era impracticable. Se hacĂa cada vez mĂĄs difĂcil vender o obtener encargos de retratos y la escasez de dinero se hacia acuciante. Al terminar el año 1935 tuvo la noticia de que sus cuadros presentados para la exposiciĂłn 50 Años de Pintura de Paisaje en la Nueva Pinacoteca de Munich no habĂan sido admitidos por el jurado. Eichner que pasaba los meses de invierno en Berlin le reprochaba su falta de Ă©xito debido a que no sabĂa ni querĂa ajustarse a las tendencias imperantes. Que la decisiĂłn de ser el administrador de sus bienes y su consejero artĂstico se habĂa tomado bajo otras condiciones. Que le serĂa imposible continuar la vida en comĂșn sin base econĂłmica. Que no le quedarĂa mĂĄs remedio que adaptarse a la pintura anodina y nada llamativa que se pedirĂa en las exposiciones de arte moderno del futuro. MĂŒnter no se inmutĂł con las crĂticas de Eichner, e imputĂł gran parte de su postura misantrĂłpica como rĂ©plica del mundo hostil que les rodeaba, pero nunca dudĂł de la estabilidad de su comunidad vital con este “amigo criticĂłn y quejica”, en quien podĂa confiar totalmente.
MĂŒnter solicitĂł y obtuvo la admisiĂłn en el organismo oficial para artistas plĂĄsticos, ya que sin la pertenencia a Ă©l no podĂa trabajar oficialmente, lo cual habrĂa significado su exclusiĂłn de exposiciones y concursos.
En otoño de 1936, una vez terminada la olimpiada, empezĂł la fase final de la lucha de los nazis contra el arte moderno. Para dar buena imagen a los asistentes de la olimpiada se habĂa mantenido una cierta liberalidad respecto, pero ahora el arte ya no hacĂa falta. Se vendieron cuadros que por pertenecer a fundaciones privadas legalmente eran invendibles, se cerrĂł la secciĂłn de arte moderno de la GalerĂa Nacional en Berlin y se aboliĂł la crĂtica de arte independiente, sustituyĂ©ndola por “reseñas de arte”. La contemplaciĂłn del arte debĂa prescindir de cualquier valoraciĂłn formal y estĂ©tica y se volviĂł mĂĄs y mĂĄs ciencia de normas para resaltar los “ tipos ideales”.
En marzo de 1937 MĂŒnter tuvo la oportunidad de exponer una colecciĂłn de sus obras en la AsociaciĂłn de Arte de Munich junto con otros dos pintores. Como no habĂa expuesto en Munich desde 1920, se preparĂł todo con mucho esmero y Eichner redactĂł las notas de prensa y textos de las invitaciones. Uno de los periĂłdicos mencionĂł en su reseña la pertinencia de MĂŒnter al Jinete Azul, pocos dĂas despuĂ©s otro periĂłdico “el lenguaje abstracto de la forma “ que le recordaba el expresionismo dentro del cĂrculo del Jinete Azul .El periĂłdico nazi, vio un arte con semejanzas al cĂrculo de BrĂŒcke, y otros parecidos movimientos, de antes y despuĂ©s de la guerra. El Ășltimo dĂa de la exposiciĂłn apareciĂł el ministro bĂĄvaro Adolf Wagner y delante de los cuadros de MĂŒnter protestĂł a grito pelado que algo asĂ figurara como arte muniquĂ©s.
MĂŒnter tuvo la gran suerte de no tener obra en la magna exposiciĂłn de “Arte Degenerado” de Munich de 1937 que contenĂa sĂłlo obras requisadas en los museos y tampoco apareciĂł su nombre en los opĂșsculos contra el arte moderno y la GalerĂa Sturm de Berlin. El galerista Herberth Walden habĂa borrado su nombre de su listado de artistas de la galerĂa en 1923, porque ella no habĂa estado conforme con sus liquidaciones, y le habĂa amenazado con una denuncia. Si que estaban los nombres de Jawlensky, Kokoschka, Kandinsky, Klee, Kubin, Munich, Nolde, Pechstein, Picasso, Purrmann, Rohlfs, Schlemmer y como Ășnica mujer Paula Modersohn-Becker.
Cuando en 1938 saliĂł la Ley sobre recogida de productos de arte degenerado y se anunciĂł que tambiĂ©n se buscarĂan las obras degeneradas en las colecciones privadas y se recogerĂan conforme a la ley, MĂŒnter se dio cuenta de la ventaja de no haber llamado la atenciĂłn como pintora moderna. Con ayuda de Eichner escondiĂł la obra de Kandinsky y de los amigos en el sĂłtano de su casa tapando la entrada con estanterĂas. Nadie sabĂa que estos cuadros, que mĂĄs de un decenio habĂan estado almacenados en una empresa de transporte de Munich, se encontraban ahora en su casa.
El comienzo de la Segunda Guerra Mundial trajo consigo la disminuciĂłn de sus contactos exteriores. Ella evitaba bajar a Munich y los amigos venĂan con menos frecuencia. Los bombardeos de Munich y alrededores la hicieron temer por su almacen pictĂłrico.
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Paisaje nocturno con luna blanca Oleo sobre cartĂłn. ColecciĂłn particular |
El 29 de abril de 1945, los americanos entraron en Murnau sin encontrar resistencia y ocuparon el pueblo. MĂŒnter temĂa que en una ocupaciĂłn por las tropas americanas se descubrieran los cuadros escondidos en el sĂłtano y que estos fueran confiscados. Con gran tenacidad se acercĂł una y otra vez al puesto de mando americano con el libro sobre Kandinsky escrito en 1914 por el abogado y coleccionista de arte Arthur Jerome Eddy bajo el brazo y finalmente logrĂł que la casa fuese declarada “off limits” y recibiera protecciĂłn.
RE-DESCUBRIMIENTO DE LA PINTORA DESPUĂS DE 1945
MĂŒnter no informĂł a nadie sobre los cuadros escondidos, tampoco cuando se volviĂł a recuperar el arte de antes del “Imperio de Mil Años”. MĂŒnter se sintiĂł redescubierta en el año 1949 en la gran exposiciĂłn El Jinete Azul y Munich a pesar de ya haber tomado parte en exposiciones en Maguncia y Colonia. Como una de las Ășltimas supervivientes del cĂrculo del Jinete Azul, ella perteneciĂł al comitĂ© de Honor de la exposiciĂłn, pero se la honrĂł ante todo como testigo de aquel tiempo, como figura de paso que parecĂa salvar el abismo entre los movimientos de comienzo del siglo y el tiempo de la posguerra. Como pintora tenĂa poco espacio en la exposiciĂłn. Sus 9 cuadros tenĂan en frente 41 de Kandinsky, 49 de Klee, 22 de Kubin, 51 de Macke y 48 de Marc. En el catĂĄlogo se la mencionĂł con dos lĂneas que ademĂĄs tenia que compartir con Werefkin: “ no se exponen a problemas, su pintura se mantiene sencilla y cerca de la naturaleza.
Todos los Ă©xitos de aquellos años MĂŒnter los compartiĂł con Eichner, que en el mismo año 1949 organizĂł una exposiciĂłn itinerante por 22 ciudades bajo el tĂtulo Gabriele MĂŒnter, Obras de cinco decenios, que empezĂł en Braunschweig y terminĂł 1953 en Herford, la ciudad de su infancia. La crĂtica se entusiasmĂł ante su obra y coleccionistas particulares, asociaciones de arte y museos compraron cuadros. En 1950 se presentaron tres obras suyas en la 25 Biennale de Venecia y en 1952 tuvo su primera exposiciĂłn en Munich despuĂ©s del fracaso de 1937 y la satisfacciĂłn de que su obra, a la que se le habĂa negado el derecho a llamarse Arte MuniquĂ©s ya habĂa entrado como variante muniquesa del expresionismo en la historia del arte.
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BodegĂłn con flores y huevos de Pascua.Ca1950 Oleo sobre cartĂłn.44 x 33 cm ColecciĂłn particular |
DONACIĂN DE LA OBRA DE KANDINSKY Y FUNDACIĂN GABRIELE MĂNTER Y JOHANNES EICHNER
A pesar de los años y los achaques de la edad, MĂŒnter siguiĂł pintando y exponiendo tanto en Alemania como en los Estados Unidos. Pero le preocupaba el futuro de la obra escondida en el sĂłtano de la casa de Murnau. Entre la pareja MĂŒnter-Eichner y el conservador jefe de las Colecciones de pintura del Estado de Baviera, se habĂa establecido poco a poco una relaciĂłn de confianza y parece que Ă©l fue el primero en tener conocimiento de la colecciĂłn de obra de Kandinsky que habĂa estado escondida durante 43 años. “Mi convencimiento acerca del genio Kandinsky no me permite que esta herencia, este tesoro de arte se reparta por el mundo. En Munich y Alemania han empezado a olvidar el trabajo de Kandinsky y cubrirlo de silencio. AsĂ que habrĂĄ que buscarlo en Munich y estarĂĄ bien protegido en manos de Dr. Rothel”, declarĂł MĂŒnter en una carta. Al ser nombrado director de la GalerĂa municipal de Munich, Röthel logrĂł que llevara a cabo la fundaciĂłn largamente planeada por MĂŒnter . El 19 de febrero de 1957 MĂŒnter donĂł a la ciudad de Munich, sin ninguna contraprestaciĂłn, mas de 90 cuadros al Ăłleo, 330 cuadros de tĂ©mpera, acuarelas y dibujos, 22 cuadros pintados sobre vidrio, 29 cuadernos de dibujo y unas 300 hojas de obra grĂĄfica de Kandinsky Esta donaciĂłn elevĂł de inmediato la instituciĂłn a nivel de fama mundial, sĂłlo comparable con la Guggenheim Foundation en Nueva Cork, pero ahĂ estaban ante todo obras de Kandinsky de su tiempo en la Bauhaus y en Munich se podĂan ver las “partidas de nacimiento” del arte abstracto.
El dĂa anterior a su 80 cumpleaños se inaugurĂł en la StĂ€dtische Galerie im Lenbachhaus la exposiciĂłn Kandinsky y Gabriele MĂŒnter, Obras de cinco decenios donde hizo pĂșblico la donaciĂłn que causĂł sensaciĂłn a nivel mundial.
MĂŒnter se sintiĂł aliviada de haber podido entregar toda la obra que habĂa estado en sus manos. A pesar de las penurias y escasez de la posguerra no habĂa vendido ni una pieza de Kandinsky a los galeristas en busca de su obra temprana. Ante esta lealtad hacia la uniĂłn con Kandinsky, los honores, medallas y Ăłrdenes parecĂan anecdĂłticos. Pero la fama de la donante pronto tapĂł su propia obra y se le encajĂł en su dependencia de Kandinsky , presentĂĄndola bajo la perspectiva de Kandinsky y las necesidades de Ă©l. Su currĂculum se limitaba para algunos periodistas en el enunciado “como alumna se dejĂł vencer por el encanto de Ă©l que durante los siguientes 12 años llenarĂa su vida”. El drama vital “bajo el signo de una relaciĂłn infeliz con su maestro Kandinsky “se hacia mĂĄs y mĂĄs presente en biografĂas cortas y enciclopedias. Otra vez se le habĂa metido en el patrĂłn femenino de la compañera llena de paciencia para descanso del guerrero.
Al morir Eichner en 1958, MĂŒnter puso en movimiento una segunda fundaciĂłn largamente planeada con el compañero, que incluĂa la casa de Murnau, desde 1936 propiedad de Eichner y que se realizĂł mediante la firma de un contrato sobre la herencia ese mismo año. MĂŒnter nombrĂł a la ciudad de Munich heredera universal con la condiciĂłn de que se instrumentase una fundaciĂłn que debĂa emplear sus
ingresos para la investigaciĂłn acerca del Jinete Azul, ayudar a jĂłvenes artistas y comprar obras del cĂrculo del Jinete Azul para los museos.
En la casa de Murnau habĂa todavĂa 31 cuadros de Kandinsky del tiempo de 1902 a 1908, legajos y bocetos. De su propia mano se acumularon en el sĂłtano 213 retratos, 518 paisajes, 327 bodegones de flores y 127 bodegones de diferente temĂĄtica, ademĂĄs 111 cuadros al Ăłleo de temĂĄtica variada. A esto se añadĂan 45 legajos, la colecciĂłn de cuadros sobre vidrio, estatuillas y arte popular. Al director de la Galeria municipal y a sus ayudantes que venĂan para hacer el inventario se les debiĂł cortar mĂĄs de una vez la respiraciĂłn. MĂŒnter se alegraba al redescubrir lo que ella calificĂł como pecados ya olvidados, se divertĂa y sĂłlo sentĂa que por sus problemas de salud no podĂa tomar parte activa en todo este trabajo.
PintĂł y dibujĂł hasta el Ășltimo momento y se emocionĂł cuando el “time-magazin” en su ediciĂłn del 29 de diciembre de 1961 la llamĂł una artista “who is steadily gaining fame in her own right as one of the best of the German Expressionists……..paintings whose color glow in bright chunks, and whose landscapes shimmer under blazing."
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Am Staffelsee.1911 |
El 19 de mayo de 1962 Gabriele MĂŒnter muriĂł, a los 85 años, en la “casa del ruso”, en Murnau.
Cumpliendo su deseo de no ver centrados todos los focos en ella, que preferĂa el silencio, la segunda fundaciĂłn se hizo pĂșblica despuĂ©s de su muerte y se presentĂł con la exposiciĂłn Gabriele MĂŒnter: 1877 – 1962 con 159 obras en el Lenbachhaus
Solo entonces se dio a conocer que ella ya en vida habĂa ayudado a crear una GalerĂa del Jinete Azul comprando con los ingresos de sus propias ventas 90 cuadros, acuarelas, obras grĂĄficas y dibujos del cĂrculo de sus amigos pintores que en el año 1962 llegaban a un valor de 1,2 millones de marcos. En la prensa de Munich se advirtiĂł: “Nada serĂa mĂĄs falso que ver a Gabriele MĂŒnter a causa de su vida y su donaciĂłn magnĂfica Ășnicamente a la sombra de Kandinsky , sombra en la ella nunca se habĂa cobijado.
CONCLUSIĂN: FIDELIDAD A LOS PRINCIPIOS ĂTICOS, MORALES Y ARTĂSTICOS
Desde que vi por primera vez las obras de Gabriele MĂŒnter en el Lenbachhaus de Munich me cautivaron con su explosiĂłn de color y su composiciĂłn clara sin aditamentos superficiales. Aparentemente estos cuadros parecen nacidos de un impulso fresco y natural sin que la creadora se haya roto la cabeza acerca de los efectos que querĂa lograr y yo creo que esto, en absoluto, responde a la realidad. Para plasmar algo tan impactante pero parco en los medios empleados, hace falta un largo y radical proceso de filtraciĂłn de medios estilĂsticos, tĂ©cnicas y modos de trabajo, que va descartando lo superfluo y lo meramente decorativo. Cada pintor realmente artista, posee un lenguaje especial, inconfundiblemente suyo y Gabriele MĂŒnter tuvo la suerte de encontrarse en su juventud con Kandinsky quien supo ver su talento y ayudarla en el desarrollo del mismo. Como la mayorĂa de las mujeres que intentaron salir del rol que tenĂan tradicionalmente asignado en el contexto social, tuvo que poner en juego toda su tenacidad y fuerza voluntad y como tantas, no supo desmontar y apartarse de las enseñanzas de su infancia y juventud de ver en el hombre el ser superior y responsable de la vida en comĂșn, al que la mujer tenĂa que subordinarse y relegar sus propias necesidades y deseos.
El Jinete Azul fue la piedra clave de su vida. Puso todo su empeño en que la caballerĂa azul, como ellos lo llamaron, siguiera adelante y que tuviera Ă©xito con sus nuevos postulados sobre el arte que tambiĂ©n eran los suyos. Los años del nazismo y de la Segunda Guerra Mundial la pusieron al borde de la existencia material y estrecharon el campo de su quehacer artĂstico enormemente pero lo que mĂĄs le importaba era la supervivencia de la obra temprana de Kandinsky y de los artistas pertenecientes al cĂrculo del Jinete Azul que estaban en su poder y de las que ella se consideraba guardiĂĄn. Los años de la posguerra le trajeron, despuĂ©s de casi veinte años de silencia, nuevamente el reconocimiento internacional de su propia obra y , con el consentimiento de su amigo y compañero de los Ășltimos treinta años, Johannes Eichner, empleĂł los ingresos por la venta de obras suyas en la compra de obras de sus antiguos amigos y compañeros del Jinete Azul. Fiel a las enseñanzas de su infancia y juventud de que la palabra dada y el compromiso adquirido eran inamovibles y tenĂan que cumplirse donĂł, sin contraprestaciĂłn alguna, todo el tesoro artĂstico que ella y Johannes Eichner habĂan guardado con tanto esmero y fidelidad y tambiĂ©n la casa de Murnau, a la ciudad de Munich, para asĂ mantener viva la llama del movimiento artĂstico que tuvo su origen en Munich y que en ella habĂa quedado vivo durante toda su vida.
Escrito por
Marianne Paul
Marianne Paul