“La pintura es mi tormento, la música mi alegría”, confiesa el artista plástico estadounidense Llyn Foulkes, (Yakima/Washington 1934) . Un artista inabarcable, figura del arte pop junto con Andy Warhol, pero que no ha parado de evolucionar a su muy personal ritmo.
Un artista influyente y sin embargo poco reconocido, cuya obra destaca por su crudeza, inmediatez e impronta visceral. Proveniente de una tradición de artistas de la Costa Oeste de Estados Unidos que en los años 60 trabajó con el ensamblaje -como Ed Kienholz y Bruce Conner-, Foulkes se ha caracterizado por desafiar constantemente al público y por expandir su trabajo hacia nuevos territorios.
La diversa obra de Foulkes resiste y desafía categorizaciones, distinguiéndose así como una voz artística única y significativa. El trabajo de Foulkes es crudo, inquietante y, a veces, chocante, pero profundamente conmovedor y personal. Es una figura enigmática con una historia compleja en la escena artística de Los Ángeles, y con esta retrospectiva itinerante se busca preservar su influencia y su legado.
Foulkes, quien vive en Los Angeles, es además un músico increible, y se ha convertido por fin en el hombre-orquesta con el que soñaba desde su infancia, tras integrar diversas formaciones de música rock y ser cofundador de The Rubber Band. Sentado detrás de una estructura diseñada por él mismo, toca simultánea o sucesivamente un xilofón, cencerros, una batería, así como una sección de antiguas cornetas y bocinas (utilizadas otrora en automóviles y bicicletas).
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